Igual que en la primera
    película de los Pokemon (Pokemon, la película), en Pokemon, la
    película 2000 se disfruta de un momento placentero antes de ingresar al
    aburrido suplicio que es la película propiamente dicha. En los minutos
    iniciales, se exhibe un cortometraje en el que los humanos se quedan afuera.
    Pikachu y los demás Pokemon son los protagonistas de esa aventura que se
    parece a las de Alicia al otro lado del espejo. Poco importa cómo llegan a
    ese lugar de fantasía. Lo que de verdad cuenta es que en ese lugar
    conocerán a otros seres parecidos a ellos, con los cuales en primera
    instancia parecerá establecerse cierta desconfianza. Sin embargo, una
    furiosa tempestad será la generadora de estrechos y espontáneos lazos de
    solidaridad entre los Pokemon y aquellos seres desconocidos.
    A diferencia del corto que introducía la película de 1999 ("Las
    vacaciones de Pikachu"), en el que era notable un afán de
    experimentación desde lo visual y auditivo, aquí el dibujo se muestra de
    forma tradicional, sin explosiones de color ni sonido. Así y todo, el nuevo
    corto resulta mucho más atractivo que esta larga película en versión 2000
    que sobreviene después.
    Probablemente, la razón fundamental se encuentre en el encanto de los
    Pokemon, seres sensibles y adorables a los cuales es preferible ver en
    libertad y no esclavizados por los humanos en su afán de ser "los
    mejores". En el corto, ellos son la película. Y el mensaje de
    solidaridad colectiva que transmiten se contradice con el que viene
    después, según el cual sólo un hombre-niño (Ash el entrenador de
    Pikachu) puede salvar al mundo.
    La historia de Pokemon 2000 es la de un coleccionista que decide
    capturar a los Pokemon de fuego, hielo y rayo, porque la leyenda cuenta que
    si los tres se enfrentan producirán la aparición del Gran Pokemon de los
    Mares, la máxima autoridad de ese mundo. En realidad, nunca queda claro
    quién es, de dónde sale ni cuáles son los verdaderos motivos que impulsan
    a este coleccionista quien, por razones obvias, es el malo necesario de la
    aventura.
    Uno de los problemas suscitados por la eventual captura de estos Pokemon
    es que el enfrentamiento de los tres está llamado a suscitar cambios
    climáticos de tal magnitud que el mundo se acabaría. Es necesario, por
    ello, detener al malvado coleccionista y sólo Ash, observando la misma
    leyenda que impulsa a aquél, podrá hacerlo.
    La película es confusa. Y también aburrida. Sin embargo, no es tan mala
    como la primera. Aunque no baste para redondear un film dinámico y
    entretenido, al menos aquí se nota la intención de matizar la anécdota
    con pequeñas cuotas de humor. El final se alarga mucho, demasiado. Y cuando
    finalmente llega, uno se pregunta por qué estos buenos japoneses no nos
    regalan más cortometrajes protagonizados por Pikachu y sus amigos. Sin
    humanos. Sin invidualismos. Sin tanto misticismo ni complicaciones baratas.