HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















SECRETOS DE DIVAN
(Prime)

Estados Unidos, 2005


Dirigida por Ben Younger, con Uma Thurman, Meryl Streep, Bryan Greenberg, Jon Abrahams, Adriana Biasi.



Hay algo que podría llamarse “factor Woody Allen”, que ataca a ciertos directores y contamina a muchas de las películas ambientadas en Nueva York. Además de determinar el modo de describir y habitar la ciudad, el factor definiría, entre otras cosas, una manera de ser judío y neurótico. Una buena muestra es Prime, aquí llamada Secretos de diván: la historia de una mujer que no es judía, pero sí neurótica, y que se relaciona con un hombre de origen judío mucho más joven que ella, y que resulta ser el hijo de su psicóloga. Quien, por su parte, es el epítome de la idishe mame, y no está dispuesta a permitir que su hijo se case con alguien que no comparte su religión.

Empecemos de nuevo: Rafi (Uma Thurman) acaba de firmar su divorcio y se siente aliviada y a la vez vulnerable. En la boletería de una sala de cine-arte (pasan Blow Up) conoce a David (Bryan Greenberg), unos cuantos años (catorce, para ser exactos) más joven que ella. Días más tarde él la lleva a cenar, la hace reír y todo termina en la cama. Al oír el relato de Rafi, Lisa, su psicóloga (Meryl Streep), aprueba la idea y le recomienda que continúe con la historia, que lo que necesita ahora es divertirse, etc., etc. Lo que ésta última no sabe es que el muchacho es su propio y adorado hijo.

Como en Analízame, de Harold Ramis, aquí queda claro que la situación de terapia no es más que una excusa para hacer comedia, por lo que nada debe tomarse demasiado en serio: ni la decisión de la profesional ante el dilema de seguir o no atendiendo a la novia de su hijo –a la que quiere fuera de cuadro lo antes posible–, ni las cosas que le dice a ésta, frases que podrían titular la sección de autoayuda de una biblioteca completa.

El problema de la película es, precisamente, que no termina de ser una comedia, ni tampoco un drama romántico: en lugar de explotar los potenciales enredos provocados por el malentendido, el director Ben Younger destina una considerable cantidad de tiempo a describir los vaivenes de la relación de Rafi y David, cuyo final –disculpas si alguno se siente descorazonado– estaba cantado desde el principio.

Tampoco queda claro cuál es el punto de vista predominante: mientras la historia se apoya en Rafi, se muestran recurrentes imágenes interiores de David, flashes en los que ve a su abuela muerta golpeándose la cabeza con una sartén (uno de los tantos “homenajes” a Allen). Los gags sobre las supuestas diferencias generacionales no resultan más efectivos, por lo que la tarea de hacer reír termina recayendo en Streep, quien toma un personaje escrito como una caricatura y logra sacarlo adelante a fuerza de oficio. Las pocas risas que se escuchan en la platea provienen de las escenas en las que Rafi le cuenta a Lisa las cosas que hace con su hijo en la cama. El personaje de la exquisita Uma Thurman, en tanto, parece más compungido ante la perspectiva de perder a su terapeuta que a su novio. Y, por otra parte, quién podría culparla.

Lo que no cabría tomar demasiado en serio, en definitiva, es a la propia Secretos de diván. Que, por si necesitábamos más consejos, proclama que lo mejor es no arriesgarse demasiado, que los prejuicios con la edad y la religión existen, pero tienen una razón de ser. Y que al final, como siempre, mamá tenía razón.

María Molteno      


Enviá tu crítica al Foro