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¿SOY LINDA?
(Bin Ich Schön?)

Alemania, 1998



Dirigida por Doris Dörrie, con Marie Zielcke, Carla Weindler, Franka Potente, Steffen Wink, Anica Dobra, Gustav-Peter Wöhler.



"La eterna búsqueda de la felicidad" reza un slogan de promoción de ¿Soy linda? en el medio local. Y tiene que ver (sí, por una vez) con el tema y la esencia de esta comedia de la alemana Doris Dörrie, que sabe que, en esa búsqueda, poco ayudan las recetas y cada uno encuentra –o no– su camino personal. Esta certeza modesta y sabia sienta el tono y la estructura del relato, que posa su mirada sobre un conjunto inusualmente numeroso de personajes protagónicos.

La narración transcurre entre el frío y la lluvia de Munich y los cielos abiertos de las afueras de Sevilla, aunque los personajes son casi todos alemanes. Los más de ellos, mujeres jóvenes que buscan su ruta por la vida con la misma libertad con la que la directora narra sus desventuras. Algunas, como Linda (Franka Potente, la beldad de Corre Lola corre), lo hacen viajando a dedo por las rutas españolas. Cosa que ¿Soy linda? aprovecha para obsequiar frescos tramos de road movie. Reconforta ver a esta muchachita arrojar su cartera, que es como decir su historia, por la ventanilla de un automóvil, para empezar una nueva vida... que quedará trunca al día siguiente, cuando decida recomenzar otra vez. Hay tres hermanas que, como Linda, enfrentan las relaciones intersexuales sin demasiados planes, con la premisa implícita de dejarse llevar. Una de ellas es dulcemente acosada por las llamadas telefónicas de su ex, para quien la distancia –él también ha llegado a España– no equivale a resignación. Otra es engañada por su marido. Más allá de estos lazos de parentesco, este auténtico carnaval de almas no reconoce mayores conexiones en términos argumentales. Antes bien, lo que le da consistencia al conjunto es el plácido deambular de cada una de sus partes. Y esto, que parece lo más natural del mundo, no sólo es raro en el cine sino también en la vida misma.

En este marco se inscriben secuencias más o menos disparatadas, generalmente bien actuadas y casi siempre bienvenidas, como una discusión conyugal bizantina en medio de un embotellamiento urbano (con cierto aire a Jean-Luc Godard), o los apuros de un galán maduro (suerte de Max Von Sydow versión New Age) para borrar las huellas que el intento de suicidio de su amante dejó en su casa, antes que llegue su mujer. No es que ¿Soy linda? "no dé respuestas" (ese lugar común) sino que esquiva las respuestas puntuales. Se deja llevar leve, alegre, festivamente. Hace suya una frase del surrealista Tristan Tzara: "La ausencia de sistema es también un sistema... pero el más simpático."

Guillermo Ravaschino      


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