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LA SUERTE ESTA ECHADA

Argentina, 2005


Dirigida por Sebastián Borensztein, con Marcelo Mazzarello, Gastón Pauls, Julieta Cardinali, Alejandro Awada, Leticia Brédice, Paola Krum.



Luego de hacerse un nombre en televisión con ciclos como "Tato de América", "Good Show", "El garante" y "Tiempo final", Sebastián Borensztein decidió lanzarse a la pantalla grande, escribiendo y dirigiendo su primer film. Sin embargo, nunca parece poder despegarse de una mirada televisiva, y esto en el sentido más limitado del término.

La suerte está echada se propone explorar el tema de la suerte, más precisamente su lado malo, la mufa, a través de la historia de dos medio hermanos. El mayor, Felipe (Marcelo Mazzarello), es un actor que evita el suicidio de una persona que se consideraba mufa, sólo para que ésta sea atropellada por un camión. La mala suerte le será trasladada y será despreciado por sus colegas, además de sembrar pestes y tempestades a su paso. El menor, Guillermo (Gastón Pauls), es al mismo tiempo despedido de su trabajo por culpa de la alarma de un coche que no lo deja dormir, y abandonado por su novia. Encima, ambos tienen al padre a punto de morirse, y con un pedido delirante que ninguno de ellos desea cumplir.

Este es un film extremadamente calculador. En su empeño de alternar la comedia con el drama (o las risas con las lágrimas) y de atenuar alguna escena conmovedora con algún chiste apropiado que alivie al espectador, se revela, sin embargo, como desbalanceado y –a la postre– falto de cálculo. Abarca muchos temas, como las relaciones padre-hijo, la fraternidad, la vocación, la evocación del pasado y la búsqueda del amor, pero carece de estructura, desarrolla poco y nada, se manifiesta como un rejunte de reflexiones sin profundidad alguna. Las situaciones se enlazan de forma arbitraria, sin conexión mutua, con personajes (como el profesor de tango) portadores de monólogos absurdos, pretenciosos a pesar de su obviedad. Pero lo peor es la mirada fetichista y unidimensional sobre la mujer: un objeto sexual en el caso de Leticia Brédice, una histérica y creída en el de Paola Krum, sin idea de la vida en el de Julieta Cardinali. Incluso cuando el guión amaga con profundizar su punto de vista a través de la bailarina de tango que enamora a Guillermo, no pone en pantalla más que una cara bonita, un cuerpo sin alma.

Con una puesta en escena limitada por donde se la mire, sin vuelo alguno, actuaciones fallidas, una música (compuesta por Alejandro Lerner) que intenta forzar todos los resortes emocionales del público y resoluciones caprichosas, que llevan a que todo termine bien como por arte de magia (a partir de una "justicia poética" despóticamente implantada despóticamente por el autor), La suerte está echada expone claramente las dificultades que tiene Borensztein para comprender el cine. El mundo que arma parece de cartón, sin cimientos que lo sostengan. Y se nos revela reaccionario, demagógico y discursivo.

Rodrigo Seijas      


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