¿Qué le habrá pasado a Agnieszka Holland? ¿La habrá trastornado
demasiado la muerte de Kieslowski, con quien trabajó tanto tiempo?¿Cómo
es posible que después de Olivier, Olivier no le haya pegado a una?
¿A esa película, la habrá verdaderamente dirigido ella? Y si fue así, ¿las últimas pertenecen a su peor
enemigo?
El tercer milagro (producida en parte por Zoetrope de Francis Coppola) es
una de las peores películas estrenadas en lo que va del 2000, desde todo
punto de vista.
El guión es pésimo. Sólo logran interesar algunos momentos de
reflexión teólogica. Los personajes aparecen, se involucran y se separan
sin que el espectador pueda hacerse una mínima de idea de quiénes son y
cómo y por qué actúan. La historia, ya de por sí bastante boba (hay un
viejo best seller de Morris West muy parecido, El abogado del diablo),
se va degenerando de forma tal que, por momentos, uno olvida de qué se
trata.
Ed Harris interpreta de la manera más compuesta y falsa que puede a un
sacerdote que debe determinar si una mujer fallecida hace 7 años cumple con
los requisitos que el derecho canónico y la tradición (virtud y milagros)
requieren para que alguien pueda ser declarado santo. Sin que venga a
cuento, el religioso se verá involucrado con la hija de la difunta (Anne
Heche, mal también) y entablará una lucha contra algunos representantes de
la Iglesia para que aquella mujer pase a integrar el santoral católico.
El montaje parece haber sido delegado a El joven manos de tijera.
Hay escenas que aparecen como un milagro para dificultar la progresión de
la narración. Se nota una falta de manejo de la famosa "concatenación
de los planos". Los flashbacks y las elipsis marean y confunden. Todo
en su conjunto aburre y provoca enojo.
Lo único rescatable es una canción de Tom Waits que, no obstante, poco
tiene que hacer en medio de esta historia de sacerdotes que intentan
clasificar milagros mientras seducen a jóvenes o hablan de buenos vinos.