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EL TIEMPO DE SER FELIZ
(Get Real)

Gran Bretaña, 1998


Dirigida por Simon Shore, con Ben Silverstone, Brad Gorton, Charlotte Brittain, Stacy Hart.



Acorde con los cambios del fin de siglo, el cine anglófono parece haber generado un nuevo subgénero: la película romántica gay, que sólo se diferencia del género clásico en la condición sexual de los protagonistas. Estas películas tratan el tema del reconocimiento social de la condición gay en tiempos de cambio, fenómeno que en los '70 se llamó "salir del placard" y hoy "un tratamiento políticamente correcto" de la homosexualidad.

El tiempo de ser feliz obedece al esquema habitual de este subgénero: se trata de un melodrama de amores imposibles como hemos visto tantos, con la salvedad de que en este caso es entre dos varones. Steven es un estudiante secundario de un pueblito inglés, inteligente e intelectual, homosexual asumido que vive su sexualidad en secreto, en baños y parques públicos. El azar le pone a su paso a un muchacho mayor: John es el chico más popular del colegio, atleta y seductor, codiciado por todas las chicas, pero su estructura se quiebra cuando comprueba que su deseo no obedece las convenciones sociales. Y Steven lo ayudará a reconocerse gay. Con este encuadre, el resto es tópico: la atracción, el temor del inexperto, los encuentros furtivos en ambientes cargados de significación ominosa, la homofobia, y el pánico al rechazo social, siempre presente y represivo. En el desarrollo no hay detalles novedosos, la narración evoluciona según lo previsible, la realización no va más allá de lo correcto, y permanentemente se siente el cuidado por que esa corrección sea también política. Este film es un típico producto del cine independiente británico... cómodo, comercial, que obedece a las modas culturales. Es inevitable la comparación con Descubriendo el amor, la excelente película sueca de Lucas Moodysson que aborda los mismo temas en un contexto similar, con una realización mucho más lograda, con un tratamiento visual, sensibilidad y gracia que extrañamos en este film inglés.

Pero el abordaje de la marginalidad no se reduce sólo a la temática gay. El sensible Steven tiene una sola amiga y confidente, Linda, su gorda vecina. La espléndida Charlotte Brittain logra que este otro personaje estereotipado, el de la gorda sin novio, no caiga en lo banal, gracias a su óptima interpretación. Paralelamente a la progresiva visibilidad de un Steven homosexual, Linda ofrece los mejores momentos del film demostrando con la ácida ironía inglesa cómo una mujer puede crecer, vivir su belleza femenina y su libertad a pesar de los kilos.

El film también puede ser visto como una estudiantina de iniciación sexual, similar a tantas norteamericanas. Get real (el título original, algo así como Volvete real, o verdadero; y la traducción arbitraria no se limita al título, también adultera los diálogos) es un producto para la difusión comercial en una sociedad que ha institucionalizado la homosexualidad: en Gran Bretaña los gays gozan hoy de los mismos derechos civiles que los heterosexuales (nada parecido ocurre en Argentina). Inglaterra tiene una tradición de cine gay, con películas antológicas como Maurice o Su otro país. Este último producto –que ya tiene cuatro años– no ostenta la calidad de aquéllos. Demuestra, eso sí, que a pesar de los vientos de cambio y las conquistas jurídicas los homosexuales aún deben recorrer un difícil camino.

Josefina Sartora      


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