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VAGON FUMADOR

Argentina, 2001


Dirigida por Verónica Chen, con Leonardo Brezicki, Cecilia Bengolea, Adrián Fondari, Pablo Razuk, Adrián Blanco.



Andrés (Leonardo Brezicki) mantiene relaciones con otro joven en un cajero automático. Allí trabaja, y allí mismo cobra por sus servicios sexuales. Reni (Cecilia Bengolea) se sumerge varios minutos en la bañera conteniendo la respiración, luego observa pasivamente como su muñeca lastimada sangra y va tiñendo el agua de rojo. Reni y Andrés se conocen en uno de estos bancos/24 hs. y comienzan a frecuentarse, aparentemente se gustan o tal vez sólo se presienten parecidos: muy solos, autodestructivos, algo desorientados.

Cámara en mano, siempre de noche y apelando a recursos narrativos bastante obvios como las luces del centro distorsionadas por el movimiento, la banda sonora en primer plano y la cámara lenta, Vagón fumador quiere presentarnos un mundo marginal, sombrío, decadente. Y en él, los encuentros y desencuentros de los dos protagonistas de esta historia. El se desplaza por la ciudad en rollers en busca de clientes y ella canta en un grupo de rock que la rechaza. Hasta ahí llegan sus aspiraciones, sus rebeldías. El resto del tiempo comienzan a deambular juntos o a tener sexo en el hotel de turno y hasta terminan "trabajando" en pareja.

Son personajes que quieren aparecer como raros, sórdidos, "libres". Y no estaría mal –de hecho, en el cine suelen ser mucho más interesantes que los caracteres que llevan una vida convencional– si su relación despertara algún interés en el espectador, si el film lograra que éste se identifique emocionalmente con ellos o intente comprender qué es lo que les pasa o por qué hacen lo que hacen. Pero esto no ocurre.

Ellos no hacen absolutamente nada sustancial, no se relacionan más que con algún amigo o cliente ocasional y los diálogos que prodigan son artificiales, repletos de frases vagas, muchas veces sin sentido. No presentan motivaciones, ni conflictos. Ya poco importa, entonces, por qué están juntos, por qué se drogan o se prostituyen. Y para colmo, de repente explican que están muy solos porque "fueron creados en un laboratorio genético" y simplemente reciben "un cheque todos los meses a cambio de ir a tomar el té"; que quieren dinero "para ser valorados y apreciados por los demás"; o que creen que "se hacen mal pero eso es bueno".

Vagón fumador no dura más de 87 minutos, pero se hace insoportable. Y reitero que esto nada tiene que ver con una densidad temática o estética que aparenta ser tal pero no existe sino, lamentablemente, con la falta de la misma. La película de la argentina Verónica Chen ofrece algunas imágenes atractivas y la oportunidad de adivinar ciertas obsesiones que la directora quiso plasmar con personalidad, aunque la mayoría de sus intenciones naufragan frente al espectador.

Yvonne Yolis     


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