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LAS VIRGENES SUICIDAS
(The Virgin Suicides)

Estados Unidos, 1999


Dirigida
por Sofia Coppola, con Kirsten Dunst, James Woods, Kathleen Turner, Josh Hartnett, Hanna R. Hall y Danny De Vito.



La visión en cable de Lick The Star (1998), el publicitado corto de Sofia, la hija de Francis Coppola, no me había despertado muchas expectativas. Debo admitir que la situación ha cambiado considerablemente. Su opera prima Las vírgenes suicidas, lanzada en Argentina directamente al video, levantó su imagen a la de una prometedora directora que habrá que seguir de cerca.

Desde el comienzo llama la atención el enfoque elegido para contar la historia: la obsesión de un grupo de adolescentes por cinco bellas hermanas marcadas por la tragedia. El punto de vista de los chicos conduce el relato, pero ellos cuentan todo ya de grandes: la fascinación permaneció en sus vidas al punto de realizar una especie de investigación 25 años después (la trama ocurre en los ’70). El tono de la narración recuerda a Cuenta conmigo: una historia de adultos cuando eran niños, una experiencia única, vivida en una etapa de descubrimiento, que quedó grabada para siempre en sus mentes. Pero en nada se parecen ambos films, no sólo por lo dramático que es el de Coppola, sino porque el protagonismo de la historia (bah, de las imágenes) lo tienen las cinco rubias. Hijas de padres conservadores, no tienen más contacto con el exterior que el del colegio, ni hablar de salir con chicos o asistir a fiestas.

La tragedia comienza cuando Cecilia, la menor de ellas, intenta cortarse las venas. El doctor interpretado por Danny DeVito (en su única escena) lo deja muy claro: es tiempo de que la nena trabe relación con nenes de su edad. Así se inicia una compleja temporada para los padres (James Woods y Kathleen Turner), que a duras penas reducirán algo de sobreprotección. Antes de que la introducción del film concluya, Cecilia repetirá, esta vez con éxito, su accionar suicida.

Lo que sigue es un estudio de conducta de padres e hijas que Coppola filma con sobriedad, sin morbo, matizando la frialdad de la situación con la calidez del retrato de la adolescencia. No toma distancia, se pone en la piel de las chicas. Cecilia le dice al doctor: "obviamente, usted nunca fue una niña de 13 años". Sofia Coppola sí, y se nota en los pequeños detalles: la música pop, algunos aciertos formales que se alejan del clasicismo sin caer en el clip ( como los nombres de los chicos que le gustan a Lux, la mayor, escritos en su ropa interior y mostrados por la cámara atravesando su vestido), la encantadora secuencia del intercambio telefónico de canciones, y finalmente, la sensación de que la directora supo como transmitir los personajes al elenco. Kirsten Dunst (Lux) y Josh Harnett están entre los más prometedores del grupo de jóvenes que suelen interpretar los bodrios de terror con estética televisiva (como Sé lo que hicieron el verano pasado). La composición de Woods y Turner es perfecta y el resto de las chicas está a la altura de los personajes.

Es cierto que el tratamiento del tema carece de profundidad. Pese a que los hipnotizados narradores se sigan preguntando hacia el final por el comportamiento de las protagonistas, la película no da lugar a una mayor indagación. Está bien claro el porqué de las cosas. A su favor se puede ubicar el contorno social descripto en el film, pequeños pantallazos de una sociedad hipócrita e incluso rídicula en su conservadurismo. La secuencia de la reportera cubriendo la noticia de la tragedia y luego informando el intento de las chicas por evitar la poda municipal de un árbol infectado, no es tanto una crítica al periodismo, como un reflejo de la banal dirección que toma la visión social de los acontecimientos.

Ramiro Villani     


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