La visión en cable de Lick The Star (1998), el publicitado corto de
Sofia, la hija de Francis Coppola, no me había despertado muchas
expectativas. Debo admitir que la situación ha cambiado considerablemente.
Su opera prima Las vírgenes suicidas, lanzada en Argentina
directamente al video, levantó su imagen a la de una prometedora directora
que habrá que seguir de cerca.Desde el comienzo llama la atención el
enfoque elegido para contar la historia: la obsesión de un grupo de
adolescentes por cinco bellas hermanas marcadas por la tragedia. El punto de
vista de los chicos conduce el relato, pero ellos cuentan todo ya de
grandes: la fascinación permaneció en sus vidas al punto de realizar una
especie de investigación 25 años después (la trama ocurre en los ’70). El
tono de la narración recuerda a Cuenta conmigo: una historia de
adultos cuando eran niños, una experiencia única, vivida en una etapa de
descubrimiento, que quedó grabada para siempre en sus mentes. Pero en nada
se parecen ambos films, no sólo por lo dramático que es el de Coppola, sino
porque el protagonismo de la historia (bah, de las imágenes) lo tienen las
cinco rubias. Hijas de padres conservadores, no tienen más contacto con el
exterior que el del colegio, ni hablar de salir con chicos o asistir a
fiestas.
La tragedia comienza cuando Cecilia, la menor de ellas, intenta cortarse
las venas. El doctor interpretado por Danny DeVito (en su única escena) lo
deja muy claro: es tiempo de que la nena trabe relación con nenes de su
edad. Así se inicia una compleja temporada para los padres (James Woods y
Kathleen Turner), que a duras penas reducirán algo de sobreprotección. Antes
de que la introducción del film concluya, Cecilia repetirá, esta vez con
éxito, su accionar suicida.
Lo que sigue es un estudio de conducta de padres e hijas que Coppola
filma con sobriedad, sin morbo, matizando la frialdad de la situación con la
calidez del retrato de la adolescencia. No toma distancia, se pone en la
piel de las chicas. Cecilia le dice al doctor: "obviamente, usted nunca fue
una niña de 13 años". Sofia Coppola sí, y se nota en los pequeños detalles:
la música pop, algunos aciertos formales que se alejan del clasicismo sin
caer en el clip ( como los nombres de los chicos que le gustan a Lux,
la mayor, escritos en su ropa interior y mostrados por la cámara atravesando
su vestido), la encantadora secuencia del intercambio telefónico de
canciones, y finalmente, la sensación de que la directora supo como
transmitir los personajes al elenco. Kirsten Dunst (Lux) y Josh Harnett
están entre los más prometedores del grupo de jóvenes que suelen interpretar
los bodrios de terror con estética televisiva (como Sé lo que hicieron el
verano pasado). La composición de Woods y Turner es perfecta y el resto
de las chicas está a la altura de los personajes.
Es cierto que el tratamiento del tema carece de profundidad. Pese a que
los hipnotizados narradores se sigan preguntando hacia el final por el
comportamiento de las protagonistas, la película no da lugar a una mayor
indagación. Está bien claro el porqué de las cosas. A su favor se puede
ubicar el contorno social descripto en el film, pequeños pantallazos de una
sociedad hipócrita e incluso rídicula en su conservadurismo. La secuencia de
la reportera cubriendo la noticia de la tragedia y luego informando el
intento de las chicas por evitar la poda municipal de un árbol infectado, no
es tanto una crítica al periodismo, como un reflejo de la banal dirección
que toma la visión social de los acontecimientos.