Los festivales internacionales también tienen ese no sé qué. Que implica, por ejemplo,
la posibilidad de ver pasar por enfrente la tremenda anatomía de Maria Grazia Cucinotta
y, unos pocos pasos más allá, casi simultáneamente, asistir a las sesudas reflexiones
acerca de los contenidos y las formas (otras formas, claro) por parte de un prestigiado
intelectual francés. Es el caso de Alain Robbe-Grillet, guionista, director de nueve
films (irrestrenables desde el punto de vista meramente comercial) y novelista,
fundador de la Nouveau Roman (Nueva Novela), movimiento literario de finales de los '50
que tuvo pocas pero memorables consecuencias cinematográficas. Empezando por Hace un
año en Marienbad, rodada por Alain Resnais en 1961 sobre un guion del propio
Robbe-Grillet, quien también vino a presentar aquí un film suyo del '83, La bella
cautiva, en la sección Cine y literatura.
En la base de la Nouveau Roman cuyas aguas también navegaron Claude
Simon, Michel Butor y Marguerite Duras hay una concepción muy peculiar de los
objetos, cuenta el novelista: "Los objetos no están en la NR para describir al
sujeto, ya no son de propiedad humana. Están en sí, privados de significación.
Son extraños, no por raros sino por ajenos, y shockean al lector/espectador''. Esta
condición de los objetos, también descripta como "noción de extrañamiento",
se parece a la mejor tal vez desconsolante explicación del universo
inextricable de Hace un año..., de ese hermético, barroco, majestuoso hotel
adonde los protagonistas deambulaban como espectros limitándose a estar ahí, a ser
ahí, intrigantemente fotografiados. Definiéndose por oposición a Balzac (como antes
lo había hecho por oposición a Sartre y a favor de Flaubert y Camus), Robbe-Grillet dice
que en su propio arte no hay "un mundo hecho y coherente, externo, referido por la
historia, sino una historia que está dentro del libro, y sólo adentro". Y sigue:
"Marienbad comparte eso. Es una construcción pura, un objeto sin referencias
a ningún dato del exterior. La vida de los personajes simplemente empieza con el film,
para terminar 93 minutos más tarde".
Diplomado de ingeniero, autodidacta en muchas otras disciplinas,
Robbe-Grillet gozó de un status especial dentro de los claustros norteamericanos.
"Fui profesor allí durante muchos años. La materia era yo mismo." Pero su
verdadera fama se asienta en los años de Editions de Minuit, un sello literario bajo el
cual intentó agrupar a todos los autores con los que mantenía afinidad. "A mediados
de los '50 habíamos logrado una verdadera identidad, ya que nos consideraban los
terroristas de la Académie Française. Nos tildaban de locos, de asesinos.
Estábamos de moda en los diarios y revistas, donde se explicaba que no se nos podía
leer, que éramos ilegibles. Fuimos verdaderamente célebres sin tener ningún
lector."
Después reconoció que al cine afín a la Nouveau Roman le costó mucho
más que a las novelas conseguir un público. "Estas obras siempre fueron un poquito
en contra del espectador, como llevándolo hacia otra parte, a diferencia del producto de
consumo artístico tradicional, que se confecciona a imagen de lo que se supone que desea
el público. Los libros fueron creando su propio público con los años, pero para el cine
fue mucho más difícil, porque el cine, para subsistir, necesita un gran caudal de
espectadores inmediatos. Por eso hoy se hace un cine cada vez más tonto y
complaciente, ya que Hollywood considera que la base cuantitativa del público está
conformada por chicos de 12 años."
Si para muestra basta un botón, allí está La bella cautiva, uno
de los tantos films que Robbe-Grillet emprendió en colaboración junto a figuras de otras
disciplinas, como el fotógrafo David Hamilton o los pintores Robert Rauschenberg y Jasper
Johns. En este caso se trata del consagrado pintor surrealista René Magritte. La historia
es la de un joven que, locamente enamorado de una chica rubia y pálida, emprende un largo
viaje para pedir su mano hasta la casa de sus futuros suegros. Pero éstos se sorprenden:
su hija única, dicen, murió hace siete años. Y le ofrecen pasar la noche en la
habitación de la difunta. Ella aparecerá vestida de blanco, fantasmal, para hacerle el
amor apasionadamente, mientras a él lo asaltan embriagadoras visiones de los cuadros de
Magritte. A la mañana ya no está la chica, pero el cuello del muchacho no deja de
sangrar... Mucho más lineal que Hace un año... y no por eso menos inquietante, el
film parece destinado a epilogarse con otra de las frases pronunciadas por Alain
Robbe-Grillet en Mar del Plata: "Si quieren estar tranquilos y con las cosas claras,
lean a Balzac".
Guillermo Ravaschino |