Ludovic (insuperable Georges Du Fresne) está
convencido de que la naturaleza se equivocó. El chico, de siete años, se siente una
mujercita hecha y derecha. Y vive su femineidad a pleno, sin conflictos. Los que se
escandalizan son sus padres, los vecinos, el colegio... en fin: la "sociedad
adulta". El director belga Alain Berliner supera todos los riesgos que acechaban a
una propuesta como esta en primer lugar,
el del absurdo y la convierte en un
exquisito espectáculo para los sentidos.
Para el sentido del humor en un
principio: hay que verlo a Ludovic de punta en blanco, despertando simpatías que se
truecan en espanto cuando los "grandes" descubren que no se trataba de un simple
juego. Y después para el sentido trágico. La personalidad de Ludovic será la instancia
inconcebible, no prevista, indeseada por la rutinaria hipocresía circundante. Sutil, y
sin abandonar del todo cierta bienvenida ligereza, el film hace crecer un tema que tiene
poco que ver con la homosexualidad y mucho con los precios que se pagan por ser fiel a los
instintos esenciales. |