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LA CARA
OCULTA
(The Astronaut's Wife)
Estados Unidos, 1999 |

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Dirigida por Rand Ravich, con Johnny Depp, Charlize Theron, Joe Morton, Clea Du Vall, Nick
Cassavetes, Donna Murphy.
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El experimento de poner a la megaestrella Johnny Depp en la piel del "malo de la
película" quedará archivado como una pésima experiencia. La cara oculta (en
inglés, The Astronaut´s Wife, La esposa del astronauta) es poco más que un
fallido film de ciencia ficción-terror en el que Depp (La leyenda del jinete sin
cabeza) interpreta a un cosmonauta cuyo cuerpo y voluntad son conquistados por un ser
extraterrestre. El papel principal está a cargo de Charlize Theron (hoy más
conocida por su protagónico en Las reglas de la vida de Lasse Hallstrom), en la
ficción su esposa, quien queda embarazada poco después de que el astronauta vuelve
"infectado" de una misión. Los gemelos que lleva en su vientre serán la piedra
de toque de una invasión planetaria.Theron había encarado con verosimilitud un papel
secundario en El abogado del diablo, donde interpretó a la esposa de un jurista en
ascenso (Keanu Reeves) que se instalaba en la Gran Manzana. Ahí también empezaba ella a
sufrir las consecuencias de la mudanza. La cara oculta también nos transporta a
Manhattan, con el agravante de que el mal no viene de afuera sino de adentro: el
alienígena viaja a través del cosmos en forma de señal magnética, y se mete en los
seres indefensos que encuentra a su paso. Son sus víctimas dos pilotos de la NASA que
deben reparar un satélite en órbita. A la vuelta, uno de ellos no resiste la invasión
corporal y muere de una embolia atroz. Su esposa, también misteriosamente embarazada de
gemelos, se suicida antes de concebir. Jill (Charlize) se entera de su embarazo demasiado
tarde, ya en Nueva York, cuando el astronauta del título acaba de dejar de serlo para
iniciar una brillante carrera "de escritorio" diseñando un moderno caza para
dos tripulantes, equipado con una mortífera arma... de ondas magnéticas.
Debido a un viejo episodio de psicosis nadie da crédito a las ideas de Jill, que
insiste en que su marido no es el mismo de antes. A partir de aquí no es mucho lo que
puede contarse, no tanto porque se develarían las claves de la historia como porque,
hasta el desenlace, la película de Rand Ravich pierde el rumbo por completo. Un subrayado
esteticismo y una prolija producción a la "gran estudio" por momentos hacen
pensar que la historia se reserva una gran sorpresa, pero esta no llega. Con
reminiscencias de El bebé de Rosemary, Poseídos, Invasión de los
usurpadores de cuerpos o Gattaca pero sin la calidad de ninguna de ellas, el
film de Ravich (quien debuta como director después de co-escribir guiones para pastiches
de terror como Hellraiser 4 o Candyman 2) es una nave que naufraga en el mar
de las torpezas de un realizador demasiado acostumbrado a tomar el camino más fácil.
Máximo Eseverri |
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