Al principio, cuesta creer
que las hermanas Rose (Toni Collette) y Maggie (Cameron Diaz) calcen el
mismo número de zapatos. Tan opuestas las han dibujado, que uno creería que
la abogada responsable, profesional y adicta al trabajo, grandota y con
algunos problemas de peso debería calzar un 39, y la menor, sexy, alocada,
frívola, egoísta e inescrupulosa, que abusa de su hermana, apenas llenaría
un 36. Tal vez en el fondo no sean tan diferentes, sino que ambas estén
obedeciendo a los rótulos que todos arrastramos por la vida.
Una
infancia dolorosa sin madre ha sellado su unión de mutua dependencia, sendos
problemas de autoestima y una amistad fraternal casi sin condiciones. Hasta
que Maggie sobrepasa el límite, y se produce la ruptura. La nueva situación
resultará liberadora, transformándose para cada una de ellas en un viaje
hacia el descubrimiento de facetas ocultas de su propia personalidad.
Si lo
esquemático del planteo inicial me despertó cierta desconfianza,
paulatinamente fui entrando en la historia dejando de lado algunos
prejuicios, gracias a la mano de Curtis Hanson para imprimirle un ritmo
acertado y a la formidable actuación de un elenco que se luce hasta en los
menores roles. Si Cameron Diaz se supera en su aptitud para la comedia, la
australiana Toni Collette demuestra una vez más su ductilidad para cubrir
cualquier registro. Quien fuera una inolvidable Muriel (El casamiento de
Muriel) tiene una sutileza de parámetros expresivos que nunca llegan a
ser tics. La tercera del trío de grandes actrices en escena es Shirley
MacLaine, quien ha declarado que aceptó actuar en este film porque encara el
tema de las relaciones humanas de una manera que puede interesar a gente de
su edad, y de hecho, parte de la acción transcurre en una espléndida
comunidad de “ancianos activos”. Su actuación medida, más sugerente que
efusiva, del personaje más sombrío de la historia, reafirma su talento, y ni
siquiera se priva de su número de baile. Junto a ella, Diaz y Collette
parecen un poco creciditas para ser sus nietas.
Curtis
Hanson no va a la zaga de Collette en cuanto a ductilidad, pues antes de
En sus zapatos había dirigido Los Angeles al desnudo, Fin de
semana de locos y Calle de ilusiones con pareja destreza.
Producida por Ridley Scott, basada en una novela que fue best-seller en su
país y con guión de Susana Grant (la guionista de Erin Brockovich),
esta comedia tiene todos los ingredientes para agradar al público ávido de
entretenimiento: excelentes actrices, una esmerada producción de arte y –lo
mejor– unos diálogos ágiles y punzantes cargados de ironía a cargo de los
personajes mayores, que gustan bromear consigo mismos. Es una óptima muestra
de cómo una suma de clisés puede llegar a producir no un producto precocido
sino una comedia bien realizada.
Claro
está, pero no podía ser de otra manera, que un film del cine más
institucional de Hollywood –En sus zapatos es una producción de Fox–
está apoyado en los valores más tradicionales y conservadores: la libertad
es peligrosa, el trabajo enaltece y siempre salva, la familia es el núcleo
de la felicidad... y si falta una madre allí está la abuela para redimirnos
y ayudarnos a crecer.
Josefina Sartora
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