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ERASE UNA VEZ EN MEXICO
(Once Upon A Time In Mexico)

Estados Unidos, 2003


Dirigida por Robert Rodríguez, con Antonio Banderas, Salma Hayek, Johnny Depp, Mickey Rourke, Willem Dafoe, Eva Mendes, Ruben Blades, Enrique Iglesias.



Robert Rodríguez tiene un estilo muy particular, en el que la diversión parece ser la excusa para cualquier disparate. Desde una invasión alienígena en una escuela estadounidense hasta la venganza emprendida por un asesino disfrazado de mariachi, pasando por unos niños metidos a espías para rescatar a sus padres, todo vale para este director nacido en San Antonio (Texas) pero muy emparentado con México, quien riega sus films con citas cinéfilas, se ocupa de casi todos los aspectos (producción, guión, dirección, música, cámara e incluso del vestuario) y acostumbra trabajar con un grupo estable de amigos e invitados especiales como Antonio Banderas, Salma Hayek, George Clooney, Quentin Tarantino y Steve Buscemi, entre otros.

Aquí la cosa se pone más disparatada que nunca. Después del éxito de la trilogía Mini espías (en la cual consiguió imponer una llamativa sensibilidad infantil que no excluyó la madurez y el espíritu aventurero), Rodríguez tuvo pista para hacer lo que quisiera. Y en Erase una vez en México, que completa otra trilogía (la iniciada con El Mariachi y La balada del pistolero), el director y su gente se hicieron una fiesta: secuencias de acción totalmente fuera de las normas; un argumento complicado en el que se mezclan conspiraciones, venganzas y traiciones; la experimentación con cámaras digitales; un homenaje al Western (desde el mismo título); gran cantidad de personajes que apenas si se cruzan; un contenido patriótico y político inusual en esta clase de lanzamientos, y sigue la lista. Erase una vez en México por momentos camina sobre la cornisa, con enorme riesgo de caer en el total ridículo.

Si no lo hace es porque es como una de esas personas que nunca se la creen y son conscientes tanto de sus limitaciones como de sus virtudes. Además, su patriotismo, que no es el prepotente y remanido patriotismo yanqui sino uno en favor del pueblo mexicano, no esconde una mirada ácida y amarga sobre los manejos políticos comandados desde el Norte a través de rebeliones y golpes de Estado. Este aspecto de la película está notablemente expuesto, pero no por los personajes de Antonio Banderas, Willem Dafoe, Rubén Blades o Mickey Rourke (todos correctos en sus papeles), ni por el de Salma Hayek, que luce tan hermosa como siempre. Menos que menos por el del cantante Enrique Iglesias, tan espantosamente actuado... como cabía imaginar.

El que pinta notablementes este panorama es Johnny Depp, quien interpreta a un agente de la CIA. Definitivamente un mal tipo, pero también encantador, el agente especial Sands se vanagloria de cómo maneja los hilos del poder. México es su tierra adoptiva, donde conoce a todo el mundo y se mueve con total impunidad, organizando rebeliones y cambios de mando cada vez que quiere y necesita. Incluso en los peores momentos, es capaz de repetirse a sí mismo: “Yo los pongo y luego los veo caer, I’m living la vida loca.” Sin Johnny Depp en su pellejo, este personaje no hubiera funcionado. Brillante, y sobre todo irónico, Depp parece flotar por la película, riéndose de todo y de todos. Con este papel, sumado al del pirata de La maldición del Perla Negra, Johnny se perfila para intérprete del año.

Irregular, caótica, Erase una vez en México no deja de ser un entretenimiento arrollador, repleto de recursos desbocados, pero casi siempre genuinos. De esos que impactan a tal punto que invitan al espectador a salir del cine (y al crítico a cerrar la nota) gritando cosas. ¡Que viva México y la revolución, carajo!

Rodrigo Seijas      

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