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NATURALEZA MUERTA
(Still Life)

China-Hong Kong, 2006



Dirigida por
Jia Zhang-ke, con Tao Zhao, Sanming Han, Kai Chen, Ronghu Chen, Jian Chieng, Chuanan Fang, Yong Huang, Zhonming He.



Sobre el final de esta película, el protagonista se queda viendo a un equilibrista que camina sobre un cable tendido entre dos edificios a punto de ser demolidos. Uno de los sentidos de Still Life y de las otras películas de Jia Zhang-ke (Xiao Wu, Platform, Unknown Pleasures y The World, único film suyo estrenado comercialmente en la Argentina antes del que nos ocupa ahora) se hace explícito en ese plano, el único en el que se vale del cine como excusa para hablar de China y de los chinos. Porque ese es el gran tema del cine de Jia, pero no su mecanismo usual de abordaje. Su mayor mérito consiste, justamente, en supeditar el contenido a la forma, y esto a pesar del claro interés político que lo anima en su acercamiento al cine. Salvo en ese último plano demasiado obvio, demasiado transparente.

Pero sería injusto y obtuso concentrarse en el único exceso retórico de una película prodigiosa, minuciosa, escrupulosa y fresca (o hermosa, así extendemos la rima). Still Life cuenta la historia de un minero que sale a buscar a su hija y su mujer, y de la esposa de un empresario-funcionario público que dejó el hogar hace dos años por trabajo (y puede que ya tenga otra mujer y, sin lugar a dudas, otra vida). Pero sobre todo, es la historia de una ciudad que desaparecerá bajo las aguas de una represa en vías de construcción, y de los hombres y mujeres que desaparecen –estén vivos o hayan muerto– bajo el peso de la Historia (aquí cabe hacer mención de Dong, el documental de este mismo cineasta sobre este mismo hecho).

Puede que el anonimato sea, en verdad, el gran tema de Jia Zhang-ke. El anonimato comunista o el anonimato capitalista, pero siempre la anomia de la masa o la del individuo, y esos retazos de fantasía como espejitos partidos de colores que nos rescatan apenas: un thriller hongkonés con Chow Yun Fat que alguien mira por televisión en el culo del mundo, o esos edificios en ruinas que por obra y gracia de la poesía digital de Zhang-ke toman forma de naves espaciales y despegan hacia el infinito y más allá.

Marcos Vieytes      

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