| El arquetipo del Doble es un tema
      de riquísimas derivaciones en el cine y la literatura, y conforma una
      estructura sobre la cual se han elaborado múltiples variaciones. El Doble
      trasunta la dualidad y ambivalencia intrínsecas en el ser humano, y pone
      en primer plano el problema de la identidad. La figura que se desdobla,
      enfrentando a dos seres antitéticos pero iguales, es fruto de la
      tradición romántica, que en la literatura tiene dos ejemplos conspicuos
      en las obras de Stevenson y Dostoiesvky. Desde El estudiante de Praga,
      de 1913, el cine ha elaborado el tema repetidamente.
 Pasiones ocultas toca un resorte inconsciente en muchas personas:
      la fantasía de tener un sosías, otro yo idéntico afuera, en algún
      lugar del mundo. Marie es una viuda joven que vive con sus dos hijitas en un paraje
      idílico de la campiña francesa, y hace crítica de literatura. Cuando
      duerme, sueña que es Marty, una agente literaria de Nueva York que vive
      para su profesión. Cuando duerme, Marty sueña que es Marie, una viuda
      joven que vive en Francia, y así sucesivamente. En ambos casos, las
      mujeres inician un romance con sendos galanes, aunque nunca pasan la noche
      con ellos porque no saben si son reales y "porque algo malo puede
      pasar", con lo cual manejan las relaciones al ritmo de sus neurosis.
      Algo similar ocurría en Las dos vidas de Julia, quien también
      tenía diferentes romances en su vida dual. Marie/Marty recuerdan sus sueños al detalle e indagan si ambas son
      reales o si la otra es una ilusión onírica o psicótica. La película
      está estructurada en un montaje paralelo que oficia de puente entre las
      dos vidas. Demi Moore es ambas protagonistas, y si bien está
      caracterizada de manera diferente, todo el tiempo tenemos la impresión de
      que es la misma persona, y ni ella ni nosotros –ni sus psicólogos–
      entendemos muy bien qué es lo que hay detrás de esta "pasión de la
      mente", como reza el título original. Desde sus primeros tiempos, el riquísimo tema del Doble ha permitido
      al cine la representación en variante fantástica de las dualidades de la
      realidad social o psíquica: en realidad, todo juego de opuestos o
      polaridades está cifrado en la estructura de este mito, que en este caso
      plantea la oposición familia-carrera laboral, aunque la disyuntiva no
      está desarrollada muy profundamente... Y nada lo está. El belga Alain Berliner había realizado otro film
      sobre la identidad, el memorable Mi vida en rosa, que llamó la
      atención del guionista y productor Ron Bass (Rainman, La boda
      de mi mejor amigo). Y ya conocemos los efectos del Hollywood de hoy en
      los creativos europeos. Después de un buen comienzo, de haber presentado
      la dualidad como un thriller psicológico, el director ya no parece
      ocuparse de otra cosa que de obtener hermosas tomas alternas de la
      Provence y del Central Park con su corona de edificios, mientras se pasea
      por el interior del loft en Manhattan mejor que por el interior del
      alma de sus protagonistas. La atención decae, y pedimos que por fin acabe
      el vaivén y la historia haga crisis. El guión, que empezó pretendiendo ser lógico y racional, también se
      pincha, hasta desembocar en un desenlace que si bien es original también
      es inconvincente, y deja al espectador con hilos sueltos, y no de los que
      siempre son deseables al concluir un film. Los temas de destino,
      identidad, ilusión están banalizados y los diálogos son triviales o
      inverosímiles, como las sesiones con el psicoanalista. Demi Moore no es
      la actriz adecuada para asumir el doble rol: Demi significa medio, pero
      estas dos no hacen una. En cambio, Stellan Skarsgard y William Fichtner
      dan a sus amantes la ambigüedad que desearíamos en la protagonista. No podemos dejar de añorar dos antecedentes maravillosos: el cuento de
      Cortázar "Lejana", y la excelente La doble vida de Verónica,
      de Krzysztof Kieslowski. Esas son obras que hablan del encuentro de dos
      almas, historias que emanan un lirismo metafísico y que llevan esta misma
      estructura hasta sus últimas consecuencias valientemente, todas
      características inexistentes aquí. Josefina Sartora
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