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PASIONES OCULTAS
(Passion Of Mind)

Estados Unidos, 2000


Dirigida por Alain Berliner, con Demi Moore, Stellan Skarsgard, William Fichtner, Sinead Cusack, Peter Riegert, Joss Ackland.



El arquetipo del Doble es un tema de riquísimas derivaciones en el cine y la literatura, y conforma una estructura sobre la cual se han elaborado múltiples variaciones. El Doble trasunta la dualidad y ambivalencia intrínsecas en el ser humano, y pone en primer plano el problema de la identidad. La figura que se desdobla, enfrentando a dos seres antitéticos pero iguales, es fruto de la tradición romántica, que en la literatura tiene dos ejemplos conspicuos en las obras de Stevenson y Dostoiesvky. Desde El estudiante de Praga, de 1913, el cine ha elaborado el tema repetidamente.

Pasiones ocultas toca un resorte inconsciente en muchas personas: la fantasía de tener un sosías, otro yo idéntico afuera, en algún lugar del mundo.

Marie es una viuda joven que vive con sus dos hijitas en un paraje idílico de la campiña francesa, y hace crítica de literatura. Cuando duerme, sueña que es Marty, una agente literaria de Nueva York que vive para su profesión. Cuando duerme, Marty sueña que es Marie, una viuda joven que vive en Francia, y así sucesivamente. En ambos casos, las mujeres inician un romance con sendos galanes, aunque nunca pasan la noche con ellos porque no saben si son reales y "porque algo malo puede pasar", con lo cual manejan las relaciones al ritmo de sus neurosis. Algo similar ocurría en Las dos vidas de Julia, quien también tenía diferentes romances en su vida dual.

Marie/Marty recuerdan sus sueños al detalle e indagan si ambas son reales o si la otra es una ilusión onírica o psicótica. La película está estructurada en un montaje paralelo que oficia de puente entre las dos vidas. Demi Moore es ambas protagonistas, y si bien está caracterizada de manera diferente, todo el tiempo tenemos la impresión de que es la misma persona, y ni ella ni nosotros –ni sus psicólogos– entendemos muy bien qué es lo que hay detrás de esta "pasión de la mente", como reza el título original.

Desde sus primeros tiempos, el riquísimo tema del Doble ha permitido al cine la representación en variante fantástica de las dualidades de la realidad social o psíquica: en realidad, todo juego de opuestos o polaridades está cifrado en la estructura de este mito, que en este caso plantea la oposición familia-carrera laboral, aunque la disyuntiva no está desarrollada muy profundamente...

Y nada lo está. El belga Alain Berliner había realizado otro film sobre la identidad, el memorable Mi vida en rosa, que llamó la atención del guionista y productor Ron Bass (Rainman, La boda de mi mejor amigo). Y ya conocemos los efectos del Hollywood de hoy en los creativos europeos. Después de un buen comienzo, de haber presentado la dualidad como un thriller psicológico, el director ya no parece ocuparse de otra cosa que de obtener hermosas tomas alternas de la Provence y del Central Park con su corona de edificios, mientras se pasea por el interior del loft en Manhattan mejor que por el interior del alma de sus protagonistas. La atención decae, y pedimos que por fin acabe el vaivén y la historia haga crisis.

El guión, que empezó pretendiendo ser lógico y racional, también se pincha, hasta desembocar en un desenlace que si bien es original también es inconvincente, y deja al espectador con hilos sueltos, y no de los que siempre son deseables al concluir un film. Los temas de destino, identidad, ilusión están banalizados y los diálogos son triviales o inverosímiles, como las sesiones con el psicoanalista. Demi Moore no es la actriz adecuada para asumir el doble rol: Demi significa medio, pero estas dos no hacen una. En cambio, Stellan Skarsgard y William Fichtner dan a sus amantes la ambigüedad que desearíamos en la protagonista.

No podemos dejar de añorar dos antecedentes maravillosos: el cuento de Cortázar "Lejana", y la excelente La doble vida de Verónica, de Krzysztof Kieslowski. Esas son obras que hablan del encuentro de dos almas, historias que emanan un lirismo metafísico y que llevan esta misma estructura hasta sus últimas consecuencias valientemente, todas características inexistentes aquí.

Josefina Sartora      

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