Cine
independiente
americano
El
concepto de cine
independiente americano (por norteamericano)
está bastante
vapuleado, y corre el riesgo de quedar vaciado de significación. Las grandes
productoras y/o distribuidoras ya se han percatado de que allí reside un
gran filón y tratan de captar algunos de sus exponentes, que de una u otra
manera deben responder a los requerimientos "del mercado", sacrificando así
la personalidad que había
conducido a su
consagración.
Sin embargo, en
el Festival de Chicago se vieron dos películas que siguen respondiendo a
ciertos parámetros del cine indie primitivo: historias pequeñas,
íntimas, escaso presupuesto, ausencia de estrellas rutilantes, algunos
cuestionamientos al sistema de vida estadounidense. Ambas películas
resultaron dos perlas en la programación: The Station Agent, opera
prima de Tom McCarthy, y Pieces Of April, de Peter Hedges. La primera
se ha presentado en varios festivales, y su estreno en Argentina está casi
asegurado: se trata de la historia de un enano fanático de los trenes, quien
hereda una estación abandonada en un pueblo donde se retira a vivir en
soledad para evitar el rechazo de la sociedad. Pero su tranquilidad será
invadida por un simpático vendedor ambulante cubano y una pintora que
atraviesa una depresión, ambos decididos a compartir soledades, experiencias
y solidaridad. Moraleja: de algo tan pequeño se puede hacer una película. La
cámara filma generalmente a la altura del enano, lo cual favorece la
identificación del espectador con el protagonista, e incluso a menudo corta
las cabezas del resto de los personajes. La historia de amistad y
compañerismo resulta nada banal y los actores son estupendos: Peter Dinklage
–quien actuó en la magnífica Viviendo en el olvido– es de una
humanidad y una actuación espeluznante, y la gran Patricia Clarkson una vez
más demuestra su ductilidad para cualquier rol. Con más de cuarenta años,
Clarkson está atravesando el momento más alto de su carrera, que inició en
Los intocables, como la esposa de Elliott Ness. Este año hemos visto
aquí sus excelentes actuaciones en Lejos del paraíso, Bienvenidos
a Collingwood, La seguridad de los objetos –sólo en DVD– y
Dogville, y esto no es todo: en Pieces Of April se roba la
pantalla cada vez que aparece.
Pieces...
es también el debut como director del novelista Peter Hedges, guionista de
¿A quién ama Gilbert Grape?, quien realiza una disección de la clase
media norteamericana a través de uno de sus íconos sociales: la comida de
Acción de Gracias y todo lo que se moviliza a su alrededor. April es una
joven recientemente emancipada que decide reunir a su familia convencional y
provinciana en su derruido departamento de Nueva York. Ignorante de todo lo
concerniente a las tareas domésticas, deberá recurrir a sus vecinos,
extranjeros o extravagantes, en una carrera para lograr su propósito,
mientras su familia viene en viaje. Tal vez esta sea la última vez que estén
reunidos, pues su madre sufre un cáncer terminal, y April ve su última
oportunidad de reconciliación familiar. La joven Katie Holmes está
estupenda, y sostiene un duelo actoral con Clarkson, como la madre que no
cesa de ejercitar sus ácidos comentarios sobre cada situación que se le
presenta, acompañada amorosamente por su marido, el siempre estupendo Oliver
Platt. El melodrama tiene momentos brillantes, un humor corrosivo y un
optimismo inteligente, y como en el caso de The Station Agent,
demuestra que puede lograrse un mensaje moral sin golpes bajos ni bajadas de
líneas vergonzantes, incluso valiéndose de ciertos tópicos
hiper-transitados. Clarkson va camino de consagrarse como la reina del cine
independiente. Yo ya pertenezco al club de sus fans.
En la orilla
opuesta encontramos a The Human Stain, de Robert Benton: una película
de alto presupuesto, una gran distribuidora (Miramax), un elenco estelar con
Anthony Hopkins, Nicole Kidman, Gary Sinise, Anna Deavere Smith, Wentworth
Miller y Ed Harris, reunidos para llevar al cine una compleja novela de
Philip Roth que lidia con los temas del erotismo otoñal, las diferencias
culturales y el conflicto racial de los propios negros americanos. Hopkins
encarna a un profesor universitario que ha renegado de su origen negro,
ocultándolo a la sociedad. El film se desarrolla según dos líneas narrativas
fundamentales, entre el presente turbulento, cuando encuentra una joven con
la que vive una pasión inesperada, y el pasado que lo acosa cargándolo de
culpa. La articulación entre ambas historias no está bien resuelta y el film
tiene un tratamiento de una grandilocuencia que no condice con la intimidad
que proponía la novela.
Apocalípticos
Hubo un grupo de películas apocalípticas en
el festival, de muy distinto cariz, que tuvieron en común el planteo de
situaciones en un futuro próximo y probable.
Con L´Heure
Du Loup, Michael Haneke construye uno de los films más duros, oscuros y
violentos de su ya provocativa filmografía. Después de un cataclismo apenas
aludido, una familia huye de la ciudad al campo para encontrarse con un
desolado panorama de pánico y desintegración social, con los sujetos
reuniéndose en grupos de acción colectiva a fin de procurar su
supervivencia. Atrapados en condiciones extremas, se ponen a prueba el
sentido de solidaridad, los límites sociales, franqueables o no, las
condiciones de la justicia. El egoísmo parece ser la única ley, y los
extranjeros serán los chivos emisarios en ese microcosmos que se prefigura
como una sociedad posible. De realización impecable, con Isabelle Huppert,
Olivier Gourmet y Béatrice Dalle en los roles principales y una bellísima
fotografía fría y nocturna con efectos perturbadores, fue uno de los films
más brutales y revulsivos que vi en Chicago.
Muy distinto es
el tono de Ce Jour Là, de Raul Ruiz. Con varias películas por año tan
diferentes entre sí, Ruiz no siempre nos resulta del todo grato. Un Place
Parmi Les Vivants (otro de sus films presentados en el festival) es un
thriller de época, denso, oscuro y complicado, pero Ce Jour Là se
aleja de su gravedad habitual para tomarse en joda a la sociedad.
También transcurre en un futuro próximo, cuando la globalización y la
voracidad económica dominan (más todavía digamos) el mundo. Con un buen
manejo del absurdo, se narra un plan para eliminar a la heredera suiza de
una inmensa fortuna elaborado por su propio padre. La chica está algo
tocada, y para matarla contratan a un asesino serial internado en un
hospital psiquiátrico. Obviamente, entre locos se entienden, y el resultado
no se parece en nada al plan. Ruiz es muy directo en esta película, su
acostumbrado surrealismo se juega en las conversaciones y conductas de los
protagonistas (Bernard Giraudeau y Elsa Zylberstein) y es muy explícito en
la crítica a ciertos basamentos de la sociedad: la ambición de los
poderosos, la hipocresía familiar, la neutralidad o pasividad policial, el
poder de las empresas (el pulpo que hereda la chica posee incluso el agua de
la Argentina), la vigilancia militar, más propia de Latinoamérica que de
Suiza, adonde la ha trasladado Ruiz. Uno de sus films más traslúcidos, con
un humor negro cómplice y regocijante.
Desde el Extremo
Oriente también soplan vientos apocalípticos. Y no porque Twilight
Samurai sea un film de ciencia ficción, sino porque la historia mínima y
personal de un samurai en el siglo XIX sirve de parábola para hablar de
tiempos de cambio, de eras que terminan –en este caso, el sistema feudal de
los samurais– fácilmente traspolables a la actualidad. Una película de
samurais de Yoji Yamada que destruye cada una de las convenciones del
género.
Mucho más
virulenta es All Tomorrow Parties, del chino Yu Lik Wai, otra densa
película de anticipación, que muestra el caos social y los riesgos de un
régimen fundamentalista político-religioso. En este puñado de sombríos films
orientales hay que incluir a la última creación del nuevo Kurosawa, Niyoshi:
Bright Future resulta un film críptico sobre el rumbo de la juventud,
sus deseos nunca asumidos, la relación con los mayores y una película
original, algo hipnótica, tanto como lo resulta mirar a un extrañísimo pez
en una pecera.
En un festival
donde se proyectaron casi exclusivamente films de narración clásica,
orgánica, llamó la atención la película danesa Reconstruction, de
Christoffer Boe, una historia romántica que se aparta de las normas
narrativas tradicionales. Lo que empieza como un encuentro amoroso entre dos
personajes ya comprometidos, estalla en mil cristales cuando se quiebra el
orden secuencial lógico y la historia sigue distintos caminos, sufre
sucesivas reconstrucciones, se pliega sobre sí misma, y no sabemos si
atribuirlo a la metaficción, pues uno de los personajes está escribiendo esa
misma historia, o a un cuestionamiento del protagonista, a la búsqueda de la
propia identidad, o al hecho de que Boe quiere experimentar con el
artificio, la fantasía y las posibilidades del cine. Su fotografía,
absolutamente creativa y original, mereció el premio del festival.
No he querido
agotar el programa del 39º Festival de Chicago. Quedan pendientes, entre
otras, una película fascinante, polémica e inclasificable como Padre e
hijo, la última de Alexander Sokurov, los documentales My Architect
de Nathaniel Kahn y Tische! de Victor Kossakovsky, este último
fugazmente visto en Argentina. Mi intención fue concentrarme en aquellos
títulos que, por decirlo de algún modo, merecerían la atención de las
distribuidoras de nuestro país. A ver si flexibilizan sus ya perimidos
criterios de exhibición y se avienen a mostrar otra cosa… que ya
estamos hartos de la sopa de todos los días.
Josefina Sartora
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