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VIOLENT COP
(Sono Otoko, Kyobo Ni Tsuki)

Japón, 1989


Dirigida y protagonizada por Takeshi Kitano, con Maiko Kawakami, Makoto Ashikawa, Shiro Sano, Mikiko Otonashi, Noboru Hamada.



Violent Cop
es el primer film de Takeshi Kitano –Beat para los amigos–, acaso el director japonés más interesante de los últimos veinte años (y eso que empezó a filmar hace 10). Takeshi es un tipo singular. Estrella de la televisión, pintor, actor, guionista, montajista y director, está más personal e indisolublemente ligado a sus películas que cualquier otro realizador contemporáneo. Es casi imposible, por ejemplo, concebir un thriller como Violent Cop que no estuviera protagonizado por Beat, quien hace al mismo personaje con distinto nombre (y en distintos momentos) en cada una de sus películas.

En el centro del film hay un policía que es la máscara perfecta del laconismo. Casi no habla. Apenas gesticula (¡qué bien le vino a esta criatura el accidente de moto que, cinco años después, dejó al realizador y actor parcialmente afásico!). Lo de Azuma, que así se llama el detective en esta ocasión, es actuar. Poco se sabe de sus motivos, de su historia, de su personalidad, más allá de lo que pueda deducirse de sus actos. Pero es bastante generoso en actos: protege a su hermana, una joven muy hermosa con problemas mentales, como si fuera su hija. Es más: se comporta como un padre puritano y moralista. En el otro extremo, no tiene miramientos a la hora de ejercer la violencia del título –esencialmente contra los narcos– mediante puñaladas, trompis, patadas o disparos de 9 mm. Y no le teme a nada. Lo verdaderamente singular es el aplomo, la naturalidad y hasta la sensualidad con la que este policía ejerce y soporta la violencia, apuntalando la credibilidad del rol. A la postre, Kitano se impone como una imagen abstracta: es un emblema de la Dignidad. Que sea un detective es lo de menos, aunque los de Kitano son thrillers, y la violencia les es consustancial. Si Azuma hubiera sido un cura, sus consecuencias no habrían pasado de una que otra excomunión. ¿Puede esto compararse con 200 tiros?

El protagonista de Violent Cop está rodeado de sujetos relativamente tontos y esa es otra de las cosas que invitan a identificarse con él. No es un recurso de los más genuinos. Y en todo caso ha sido superado en los siguientes films de Beat: Sonatine –el mejor hasta la fecha– lo utiliza muy humorísticamente, y Flores de fuego lo atenúa muchísimo.

Dicho está, el personaje de Kitano es una máscara imponente, pero no sólo del laconismo. Tiene mirada de samurai y silencios de kamikaze. Convicciones por las que está dispuesto a matar y morir, que no sólo constituyen otro rasgo del exceso –ese signo de su cine– sino un bien raro y escaso en estos tiempos. Es extraño encontrarse con un film como éste a diez años de su estreno. Violent Cop es un boceto del Takeshi ulterior. Un film interesante, aunque opacado, precisamente, por ese otro Takeshi, que llegó a ser mucho más poeta y loco (no así menos violento) que el de 1989.

Guillermo Ravaschino     

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