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20º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Sección:
Heterodoxia


Gracias por el té


Heterodoxia. Nombre comodín para una sección de películas que no entraban en ninguna doxa fija, o que se salieron del molde, o de temática incómoda, o que traían propuestas estéticas no convencionales, digamos. En un festival tradicional como el de Mar del Plata, esto incluía la cinematografía asiática, aunque la misma hace tiempo que dejó de ser extraña.

Sumamente despareja, esta sección aportó una de las perlas del Festival, El sabor del té, un hermoso film japonés del para mí desconocido Katsushito Ishii, aunque el catálogo informa que colaboró con Tarantino en las secuencias animadas de Kill Bill. Y el film incluye el animé, aunque de manera secundaria, entre las muchas áreas que abarca: retrato familiar con miembros también heterodoxos (familia tipo incluye abuelo pirado y tío ídem), niña con doble gulliveriano, adolescente enamorado, recuerdos de Ozu con su cámara fija y sus historias familiares, humor sutil y muchas cosas más, todo en medio de una pintura de la naturaleza como hoy sólo los orientales pueden plasmar. En este film seductor e inclasificable actúa el actor japonés del momento, Tadanobu Asano (el de la foto que ilustra estas líneas), visto en la ya estrenada Zatoichi, y en Vital y Café Lumière, también proyectadas en el Festival. Un intérprete que no necesita hablar mucho para transmitir su rara combinación de fuerza y ternura.

En esta sección era ineludible el tema gays & lesbians, presente en Butterfly, de la directora china Yan Yan Mak, un film muy mediocre, excesivamente moroso, sobre una mujer y sus relaciones lesbianas en el pasado y el presente, y The Raspberry Reich, del irreverente Bruce LaBruce, de quien el Bafici presentara una retrospectiva en 2001. El film es una sátira punk absurda al terrorismo pasado por Godard, con sus habituales toques porno, que ya a esta altura no escandalizan a nadie. En esta temática, en cambio, me parecieron excelentes los documentales Tarnation, de Jonathan Caouette, y Tender Fictions, de Barbara Hammer. Esta interesante realizadora, a quien el Festival rindió homenaje y dedicó una retrospectiva, estuvo presente para discutir sus películas y su activismo por la igualdad de derechos de las lesbianas.

Los niños también fueron tema en Heterodoxia. Innocence es ópera prima (con probable estreno comercial en el futuro próximo) de la directora yugoslavo-francesa Lucile Hadzihalilovic, pareja y montajista de Gaspar Noé, a quien rinde tributo al principio del film: presenta los créditos que habitualmente van al final, y comienza con el último plano, que se repite al final (recuerdan a Irreversible, ¿no?). Obra desconcertante, presenta el universo cerrado de una escuela de niñas bailarinas que llegan a la misma en un ataúd, sin explicaciones, y se van en su pubertad, sin que sepamos hacia qué. Incluye elementos mágicos y la poderosa fotografía y un permanente juego con la intriga, la ambigüedad, los silencios, las insinuaciones y la claustrofobia sugieren perversiones ocultas. El abuso sexual a los chicos se consuma en Mysterious Skin, film yanqui independiente de Gregg Araki. Traza historias paralelas de dos chicos que en el mismo pueblo fueron abusados por hombres mayores: uno ejerce la prostitución gay desde muy joven y el otro ha borrado el recuerdo y supone que sus problemas psicológicos derivan de haber sido raptado por extraterrestres. Bien realizado, durísmo y perturbador. (El abuso físico y moral sobre los niños no fue tema privativo de esta sección: el excelente corto alemán Little Rabbit In A Hole y la extrema y contundente última película de Asia Argento, El corazón es engañoso por sobre todas las cosas, de la sección La Mujer y el Cine, dejaron mi ánimo totalmente conmovido.)

Apostilla: el bochorno total
El Festival mostró más de 60 títulos argentinos, entre cortos y largos de ficción y documentales, ya que es (como el Bafici) una vidriera para vender nuestra cinematografía al exterior, donde despierta fuerte interés. Preferí postergar su visión y prioricé aquellas películas extranjeras cuyo estreno es menos probable. Sin embargo, mi interés por Adrián Caetano me empujó hacia una única película argentina, Después del mar, que para mi desgracia (y la de muchos otros) terminó resultando la peor de las vistas en el Festival. Se habla de film por encargo, de compromisos... pero uno se pregunta sobre el nivel de los compromisos de Caetano para que haya firmado este bochorno que da vergüenza ajena. Victoria Carreras (de la dinastía epónima) es actriz, productora y guionista de un film que combina los aspectos menos logrados de Sorín con toques auténticamentes subielanos: un músico y poeta viaja a pie por la Patagonia con un piano de cola, que terminará flotando en el mar, acompañado por un compendio de lugares comunes sobre la poesía. Qué lejos quedaron Bolivia y Un oso rojo. ¿O fueron lapsus?

Josefina Sartora      

OTRAS NOTAS SOBRE ESTE FESTIVAL:
   >Apuntes generales + notas de color
   >Premios + Top 5 de CINEISMO
   >Competencia Oficial
   >Ventana Documental
   >Punto de Vista
   >Cerca de lo Oscuro
   >Asia Central
   >La Mujer y el Cine
   >América Latina XXI