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MAS ALLA DE LA VIDA
(Hereafter)

Estados Unidos, 2010


Dirigida por Clint Eastwood, con Matt Damon, Cécile de France, Frankie McLaren, George McLaren, Lyndsey Marshal, Richard Kind.



Hay películas que plantean al espectador el desafío de lidiar con su propia desconfianza. En el caso de Más allá de la vida, desconfianza ante un guión que parece apostar al espiritualismo new age, a la lágrima fácil, al relato coral a la moda, a la fotografía turística de Paris y de Londres, etc. Pero tratándose de un autor como Clint Eastwood, la desconfianza debería apuntar contra la primera y apresurada reacción que podríamos llegar a tener como espectadores acostumbrados a las convenciones del cine estadounidense. Es de nuestra propia mirada de lo que tenemos que desconfiar si creemos que Eastwood nos está ofreciendo apenas una cáscara vacía. Más allá de la vida nos obliga pues a confrontar nuestros propios clisés de espectadores exigentes.

La muerte, en sus variadas representaciones (la pérdida, la ausencia, el deceso, aun la vejez), ha conformado junto a la violencia una parte fundamental de la obra de Eastwood. Con el correr de los años, con la cercanía de su propia posibilidad de desaparición, el cineasta se ha mostrado cada vez más preocupado por el tema y lo ha abordado con mayor centralidad y oscuridad. Esto trajo como consecuencia algunos altibajos en sus últimas películas, que acusan excesiva gravedad y trazos algo gruesos. No debe sorprender que junto a su trilogía más melodramática (Río místico, Million Dollar Baby, El sustituto) también haya aparecido otro tríptico de revisionismo histórico (La conquista del honor, Cartas desde Iwo Jima, Invictus). El subtexto se apoderó del texto. Todo lo que siempre tuvo de político y filosófico la lujosa filmografía de Eastwood, antes hábilmente enmascarado por los géneros y las convenciones clásicas, se vio empujado violentamente al frente y produjo sus films más "serios" y "comprometidos". Más allá de la maestría narrativa ostentada en buena parte de estos films, algo se había perdido. La excepción a la regla fue Gran Torino. Como Los imperdonables, es una obra maestra que sintetiza su proceso de autoconciencia. De El bueno, el malo y el feo a Los imperdonables, de Harry el sucio a Gran Torino, del Eastwood actor al Eastwood director, se puede ver la evolución de un autor, su aprendizaje y su legado sobre los géneros populares y el cine, en un recorrido analítico que dialoga permanentemente con sus inicios como estrella del western y del policial.

En Más allá de la vida, Clint vuelve a la narración reposada y melancólica de Los puentes de Madison –ahí está la reaparición de su leit motiv musical para confirmarlo–, y también al milagroso trabajo de orfebrería que consiste en tomar una historia en principio carente de interés y predispuesta para el golpe bajo y la demagogia, y transformarla en valiosa materia cinematográfica. No es esta una de sus mejores películas, pero sí un regreso a un estilo de cine del que Eastwood supo ser, y es, uno de los últimos exponentes.

Como en (la abominable) Babel de Alejandro González Iñarritu, Más allá de la vida narra las distintas experiencias de tres personajes anclados en distintos puntos del planeta con algunos denominadores comunes; principalmente, el de tener reveladores encuentros cercanos con la muerte: una periodista francesa que virtualmente resucita cuando todos los esfuerzos para salvarle la vida tras un accidente parecían vanos (Cécile de France); un niño inglés que acaba de perder a su hermanito gemelo (Frankie McLaren); un psíquico que puede conectarse con los muertos al estrechar la mano de sus allegados (Matt Damon), pero que se gana la vida como obrero porque considera que su don es una maldición. Y como todo gran héroe, deberá aprender a sobrellevar las consecuencias de sus capacidades especiales. Los recorridos personales de cada uno de estos personajes los llevarán a cruzarse en un momento trascendente de sus vidas; en el destino final de sus propias búsquedas espirituales. El engañoso título (que en su versión original es Hereafter) esconde la inversión de su significado aparente. Lo importante no radica en lo que está más allá de la vida, sino en cómo ordenar y conducir el resto de la vida que aún persiste en mantenernos sobre este mundo (Here: aquí; after: después).

La cita de Babel sirve para descubrir la manera en que Eastwood confronta al cine actual y discute con él. Más allá de la vida incluye una escena de cine catástrofe que es toda una lección en su magistral economía de recursos. Hay también la recreación de un fortísimo acontecimiento político que se resuelve prácticamente fuera de pantalla, en una secuencia en la que combina con sabiduría los conceptos que Hitchcock supo definir como el suspenso y la sorpresa (una gorra y un estallido son los únicos elementos esenciales que necesita). La distancia con la que maneja cada escena emotiva es también digna de destacar, y hace que nos sorprenda la ausencia de sentimentalismo en un film lleno de lágrimas. Algo así sólo puede lograrse en base a un cuidado trabajo de dirección de actores y una puesta en escena ajustada al milímetro.

La extrañeza que resulta de la visión de Más allá de la vida podría asociarse a la que produce Avatar, de James Cameron. Ambas parten de una materia prima en principio despreciable: clisés, convenciones, redundancias y repeticiones. Historias que parecerían ir en busca de personas que se enfrentan a una pantalla de cine por primera vez... pero no necesariamente por no haber visto cine, sino tal vez –reflexión pesimista sobre el estado de las cosas mediante– por haber sido víctimas de los efectos amnésicos de la cultura actual. Y podremos percibir que en ambos films se nos está contando mucho más; que el uso o el abuso de situaciones y personajes mil veces vistos ayuda, al fin y al cabo, a que nuestra mirada se deposite en los aspectos más sutiles y encubiertos de la narración. Tanto Cameron como Eastwood exponen con maestría la gran paradoja del arte del cine, esto es: lograr que el más refinado tratamiento estético se componga de los ingredientes más populares. Arte y entretenimiento encuentran su mezcla perfecta, de modo que la diferencia es apenas perceptible.

Ramiro Villani      

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