SECCION
OFICIAL FUERA DE COMPETENCIA
Los tres entierros de
Melquíades Estrada
(The Three
Burials of Melquiades Estrada.
Estados Unidos-Francia,
2005. Dirigida por Tommy Lee Jones). Aplausos para el debut como director de
cine de Tommy Lee Jones, quien se inscribe en la que ya podríamos denominar
línea de Clint Eastwood. Jones realizó un western moderno muy poco
convencional, que es road movie y, a la vez, un retrato descarnado de
la sociedad norteamericana.
También como Eastwood, él
interpreta al protagonista Pete, un vaquero del sur de Texas que ante el
asesinato de su amigo y protegido Melquíades inicia su propia investigación
del crimen. Jones presenta la sordidez de la vida en esa zona de frontera,
desértica y feraz, donde las mujeres luchan por sobrellevar el machismo y
los mexicanos por entrar clandestinamente en Estados Unidos. El guionista
Guillermo Arriaga supera por lejos el nivel de sus anteriores Amores
perros y 21 Gramos, en una narración al principio fracturada, con
saltos cronológicos, que adquiere después la misma linealidad que el viaje
que emprende el protagonista. Al bueno de Melquíades lo ha matado por error
el gatillo fácil de un guardia de frontera machista, sexópata y xenófobo,
cuya mujer no soporta la vida aburrida del lugar. Ayudado por su amante –un
personaje femenino realmente interesante, que también se acuesta con el
sheriff pero ama a su marido (Melissa Leo)–, Pete descubre que la
policía ha decidido callar todo el asunto, enterrando a Melquíades y al caso
todo. Pete se rebela, y cumple la promesa de llevar el cadáver de su amigo a
ser enterrado en el pueblo natal donde ha quedado su familia, para lo cual
secuestra al asesino y se lo lleva también con él. Se inicia así un macabro
viaje que incluirá vicisitudes diversas, dando lugar al reconocimiento, la
trasmutación y la redención, sin dejar de lado la ironía, en el marco de una
apabullante geografía panorámica que retoma la tradición del western
clásico.
Los protagonistas presentan
una psicología compleja, en la que juegan los conceptos de amistad, lealtad
y deber, y si bien algunos planteos resultan algo esquemáticos –los guardias
juegan sucio, los mexicanos son personajes nobles–, no dejan de ser
funcionales a la obvia intención política de Jones, cercana a la de Caché
(ver sección Punto de Vista en la correspondiente página de esta cobertura),
ya que ambos films ponen en evidencia el racismo y el trato perverso de una
sociedad que oscila entre el rechazo y el paternalismo hacia los
extranjeros.
Josefina Sartora
SECCION
DOCUMENTAL LATINO
El fin y el principio
(O Fim E O Princípio.
Brasil, 2005. Dirigida por Eduardo Coutinho). Eduardo Coutinho es uno de los
más importantes documentalistas brasileños. Su Cabra Marcado Para Morir
es un clásico de 1985 que lamentablemente no pude ver en este Festival, pero
sí pude apreciar El fin y el principio, un fascinante documento sobre
los habitantes de una zona del nordeste brasileño, el sertao de Paraíba, un
territorio que parece salido de los films de Glauber Rocha y en el que
también transcurre la película de ficción Cine, aspirinas y buitres,
exhibida en Competencia (y reseñada en la sección homónima de esta
cobertura). Coutinho llega a esa región rural tan apartada con la intención
de conocerla a través de un documental, para el cual no tiene ninguna
investigación o plan preconcebido. Logra introducirse en una pequeña
comunidad unida por lazos de parentesco, y ganándose la confianza de sus
integrantes realiza entrevistas a muchos de ellos, la mayoría ancianos. Con
espontaneidad, frescura y sinceridad, esos campesinos se franquean a la
cámara que se detiene en los primeros planos que muestran la geografía de
unos rostros curtidos por el tiempo, mientras los viejos se prestan al
diálogo con el director, que sabe cómo lograr que relaten su historia
familiar, o su llegada al lugar, sus avatares y su preparación para la
muerte. Un film de gran riqueza humana a la par que antropológica,
atravesado por el tema de la memoria, el origen, el trabajo y la muerte.
Josefina Sartora
Alguien en la terraza
(Argentina, 2006. Dirigida por Christoph Behl). Christoph, un cineasta
alemán que reside en la Argentina hace un tiempo, decide recibir en su casa
a Markus, un compatriota suyo, fotógrafo que ha obtenido una beca para
desarrollar su profesión en Buenos Aires. Las relaciones,
“inexplicablemente”, se resienten, y los mismos quiebres se reflejan en
espejo en la coyuntura social (los días de la caída del gobierno de De la
Rúa). Realizadas en video, algunas imágenes interesantes u originales sobre
ese momento histórico del 2001 dejan observarse con interés, pero la mayor
parte de ellas, así como las reflexiones que los sucesos hacen aflorar, lo
que se calla y la comparación constante con el film Moebius hacen de
este documental un experimento de escuela de cine; una exposición desbordada
de egos que bien podrían haber permanecido en lo privado, ya que poco
aportan. Cuando todo está por terminar, se develan los celos por una mujer
en un triángulo amoroso más declamado que puesto en escena. Y el tono, hasta
ese momento de recelo y desconfianza (parte de un cóctel que intenta
confundirse con el patriotismo), se diluye en un “mensaje de amistad” muy
edulcorado. Lo público y lo privado a veces son como el agua y el aceite.
Javier Luzi
SECCION VITRINA ARGENTINA
TV Service
(Argentina,
2004. Dirigida por
Gastón Duprat y
Mariano Cohn). Cohn y Duprat revolucionaron, a su manera, el lenguaje de la
televisión por cable desde propuestas originales, para saltar después a la
televisión abierta con, precisamente, aquel programa de nombre "Televisión
abierta", que daba voz a quienes tuvieran algo para decir. El absurdo de
aquella idea sugería que lo externo a la TV era igual a lo interno, que
tenía el mismo poder de seducción, por lo que toda burla posible quedaba
desbaratada a partir del brillo superficial del bienamado televisor. La
constante, en Cohn y Duprat, es partir de una concepción nunca miserabilista
del espectáculo. Y aquí nos encontramos con la filmación de un corto actuado
y producido por vecinos de la Villa 20 (en Lugano), en cuya narración se
inserta el casting por el cual se consiguieron los actores no
profesionales de una disparatada historia que se narra en segundo plano.
Vuelve a quedar clara la idea de que es imposible no relacionar nuestras
vidas con el mencionado electrodoméstico, y también que la falsedad de la
tele convierte todo en realidad. Pero TV Service mejora a la
televisión, al exponer festivamente la inclusión de no profesionales, sin
los gastes habituales que este tipo de recurso presupone. Aquí se hace
efectiva aquella máxima de “nos reímos con vos, no de vos”. Lo certifican
los mismos protagonistas, y los rostros de esos vecinos que miran cómo sus
conocidos se prueban por un momento el traje de la fama. La idea es clara,
el espectador se deja engañar gozosamente por un poco de esos oropeles
superfluos; y esa entrega sincera a la tele abona la idea de un
espectador inteligente, con sentido del humor.
SECCION MIRADAS ANIMADAS
I
Married A Strange Person
(Me casé con un
extraño. Estados Unidos, 1997. Dirigida por Bill Plympton). Para
algunos colegas el cine de Plympton es sólo una montaña rusa de chistes que
no logran conectar una historia. Y tienen razón. El detalle que faltaba es
que el propio director lo reconoce. En una entrevista concedida a nuestros
amigos de “El amante” el año pasado, Plympton expresaba: “a mí me interesa
más hacer reír, el gag, que contar una historia. Ver cómo puedo usar algo de
todos los días de forma diferente”. Pero atención, porque detrás de todos
esos chistes visuales con textura de elástico, que se suceden con una
anarquía sin igual, hay algo que decir sobre el mundo. En todo sentido,
Plympton es un tómelo o déjelo, un autor desquiciado que juega con las
formas de lo animado y de lo socialmente estipulado con una virulencia
desenfadada. En este largo se mete con el matrimonio, con las instituciones
de seguridad, con la sexualidad, con la vida en el suburbio americano. Y
siempre a partir de la originalidad y de una inteligencia suprema para la
observación de los detalles mínimos. Las ideas que arroja al espectador, a
razón de una cada cinco segundos, exceden la corrección política para
internarse en un espacio sin reglas, deforme pero coherente. Tal vez el
ritmo que le imprime al relato se sienta físicamente; asistimos a ese
festival de comedia slapstick metafísica con total asombro. Plympton
podrá ser tratado de poco sutil, de desordenado, de autoindulgente, pero su
cine nunca suscitará indiferencia ni desgano intelectual. Lo sexual, lo
negro, lo perverso, lo absurdo, todo entra en esta licuadora feroz, una obra
necesaria y vital para entender parte de la cultura de estos tiempos.
Mauricio Faliero
Programa 5 / Premios del Festival de Annecy 2000
(nacionalidades y directores varios). Desparejo programa éste, con cortos
muy diversos. Los hubo mediocres y demagogos, como Starsheeps –con su
antiamericanismo obvio– y Run Of The Mill –excelente en su técnica,
facilista en su explicación sobre las consecuencias de la drogadicción–.
También de bella concepción pero escaso vuelo narrativo, como Le Village
Des Idiots. Los mejores fueron Média, que a partir de elementos
austeros alcanza una gran expresividad, concentrándose sobre el difícil y
transitado tópico de los medios de comunicación y su influencia en las
masas; y Le Perruquier, que construye un hermoso cuento, triste y
melancólico, que apuesta a la inteligencia del público infantil. Rodrigo
Seijas
Programa 7 / Premios del Festival de Annecy 2002
(nacionalidades y directores varios). Lo verdaderamente destacable de esta
selección de cortos pasó por el lado “infantil”, en el mejor sentido del
término. Shh, negro como la noche, retrata de manera formidable e
inteligente cómo el control sobre el bebé se va prolongando sobre otros
aspectos, conceptos y edades, configurando un ámbito de represión en la
sociedad. Das Rad propone una narración pausada que nos aproxima
paulatinamente al conocimiento de sus monolíticos personajes: unas rocas. Y
Qui Veut Du Paté De Foie? muestra el encierro al que se ve condenado
un niño acorralado por la glotonería de su familia, que lo somete a un
régimen muy singular. Un corto particularmente siniestro. Rodrigo Seijas
SECCION MIRADAS BREVES
Medianeras
(Argentina, 2004. Dirigida por Gustavo Taretto). Este cortometraje ganó muy
merecidamente el premio en la sección Miradas Breves/Lo Que Vendrá, en la
cual vi otros cortos rápidamente olvidables. Constituyó una de las más
agradables sorpresas del Festival, aunque llegaba con algunos premios y
precedida por otro buen corto de Taretto, Las insoladas. Este
brillante film a todos nos produjo placer: una historia de amor
inteligentemente contada y mejor actuada (con la bellísima Moro Anghileri),
y un guión impecable. En una alienada Buenos Aires, dos jóvenes son vecinos
y llevan vidas semejantes, se diría que paralelas: la misma soledad, las
mismas obsesiones, iguales intuiciones. Un corte de luz posibilita
encuentros y desencuentros que podrían llevar a la unión final. Excelente
capacidad de síntesis, agudeza psicológica y sociológica en la pintura de
Buenos Aires y sus habitantes. Josefina Sartora
SECCION RETROSPECTIVA
JOSE MARTINEZ SUAREZ
Dar la cara
(Argentina, 1962. Dirigida por José
Martínez Suárez). No sólo fue interesante ver una de las películas de José
Martínez Suárez –el festival le dedicó un homenaje con una retrospectiva
completa de su obra, cinco largometrajes que van de 1960 a 1984–, sino
también tenerlo delante, explicando su cine, y (re)pensándolo. Los archivos
colocan a Martínez Suárez en el quiebre, cuando del cine argentino
de estudios comenzaba a despegar cierta mirada renovadora, moderna en
cuanto a los contenidos y las formas. Y allí aparece su figura, revitalizada
con el tiempo, mucho más a partir de su rol de docente. Hay que reconocer
cómo su estilo, ágil en lo narrativo y virtuoso con la cámara, se ha tendido
como un puente entre una generación y otra. También Dar la cara sirve
para eso, para reencontrar una Buenos Aires que hoy parece lejana,
aprovechando unos magníficos exteriores y una historia sobre frustraciones
sociales y culturales que puede ser leída como premonitoria. En este, su
segundo largo, se concentra sobre un grupo de amigos que salen del servicio
militar y deben seguir con sus vidas, intentando que nada les impida el
crecimiento personal, cada uno desde una vertiente distinta (el deporte, la
carrera universitaria, el cine). Si bien el título hace referencia a ciertas
responsabilidades generacionales, que de eso hay y mucho en el film, es
notable el pesimismo, sin misantropía, que destila. Posiblemente la
intención de construir enteramente a sus personajes potenciándolos con esos
planos amplios resulta excesiva, pero habla a las claras de una pasión por
el cine difícil. Es que los grandes planos, más la modernidad a la hora de
tocar determinadas temáticas, hacen de éste un film de avanzada para su
época, especialmente recomendable para aquellos que evitan ver cine
argentino de décadas pasadas.
Mauricio Faliero
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